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martes, 16 de julio de 2013

Financiar democracia


Nuestro sistema político, en conjunción con el que disfrutan la mayoría de los países que llamamos democráticos, aparte de estar basado en sus principio fundacionales como son la soberanía popular, el principio de legalidad, libertad de opinión, pluralismos, etc.… asenta entre sus pilares el que esa libertad de opinión se puede canalizar a través de organizaciones como son los Partidos políticos. Son estas organizaciones, ya desde la Atenas clásica, columnas fundamentales a través de las cuales se vehicula el pluralismo en la opinión y la diversificación ideológica. Incluso aquellos que propugnaban la eliminación del concepto de soberanía compartida y colectiva por los ciudadanos y abogan por un estado oligárquico se agruparon en Partidos para la defensa e impulso de sus ideas...

En nuestro país, la Constitución de 1978 consagra los principios fundamentales de nuestro estado social, democrático y de derecho, y estipula en su articulado la libertad de asociación, la importancia de entidades como los sindicatos y organizaciones empresariales. Es el estado democrático, bajo la formula de Monarquía parlamentaria, el que ha permitido un desarrollo exponencial de las condiciones de vida en España siendo nosotros, los ciudadanos y ciudadanas, los grandes protagonistas de esta gran evolución. Solo ahora, en medio de una gran crisis económica con repercusiones gravísimas en el orden social, enfrascados en inauditos desarrollos de la tecnología de la información…es cuando se ha comenzado a cuestionar la perdurabilidad del propio sistema o como poco se introduce en el pensamiento colectivo la idea de la necesidad de acometer cambios radicales. La indignación ciudadana se dirige fundamentalmente hacia dos lugares: Los partidos políticos y los propios políticos, y el discurso es el mismo y manido “todos los políticos son iguales, todos roban, los partidos políticos son cuevas de corrupción…” Es hasta cierto punto lógico que así se opine, los casos de corrupción acechan y son la comidilla diaria, la falta de prestancia en la gobernanza de la crisis, lo cerradas, herméticas y poco transparentes que aparecen ante los ciudadanos las organizaciones partidarias, políticos engolados que dicen una cosa y hacen la contraria, un lenguaje artificial basado en eslóganes, políticos improvisadores obsesionados con el poder más que con el gobierno. Esta desafección con la política, o para ser más exactos con los partidos políticos y los políticos es una circunstancia gravísima que trae como consecuencia la afloración de discursos nada democráticos y opciones aventureras que podrían ahondar en el declive de la sociedad contemporánea.

Posiblemente sea la corrupción el principal foco infeccioso al que nos enfrentamos, y si por un lado el que haya personajes que estén dispuestos a transgredir gravemente la legalidad y la decencia, robando literalmente nuestros dineros y nuestra inocencia, esto,aparte de ser un problema de tipo cultural, que también lo es, tiene una solución en los controles, en la eficacia de la justicia, en la adecuación de la legislación penal…sin embargo una parte importante de la corrupción viene determinada por la financiación de los Partidos Políticos. De hacho cada vez que surge alguna noticia sobre prácticas corruptas a gran escala en la que intervienen los Partidos políticos subyace el problema de la financiación de los mismos.

Desde que se fundó el estado democrático con nuestra Constitución en una muy valorada transición desde la dictadura, muchas son las reformas, las políticas y las acciones de gobierno que se han dedicado a profundizar en la consolidación de nuestro sistema. Muchas quedan pendientes y muchas más serán importantes pero desde el punto de vista de la consolidación de estructuras básicas del Estado, dos cuestiones han quedado entre otras de igual importancia aun sin encontrar la solución que haga imposible (iba a decir innecesaria) la práctica ilegal: la financiación de los Ayuntamientos y la financiación de los partidos políticos, sindicatos…. Atendiendo a esta última necesidad no parece que la Ley Orgánica de 2007 y reformada en 2012 haya dado resultados positivos y las estructuras básicas en nuestro sistema como son los Partidos siguen sin encontrar acomodo legal que no solo diga lo que no se puede hacer sino que también ofrezca un marco de financiación suficiente y claro para su existencia. Surgen dos preguntas básicas y muy importantes: ¿Debe el Estado garantizar una financiación adecuada para el funcionamiento de estas organizaciones? Si entendemos como imprescindibles para el buen nombre de la democracia el contar con Partidos políticos fuertes y con capacidad económica suficiente ¿Cómo lo pagamos? ¿Cómo lo hacemos?

Los Partidos políticos son un bien necesario,  la pluralidad política es un axioma de la democracia, por lo tanto parece sensato que los que así opinamos que es bueno que se marquen unas reglas del juego que por un lado garanticen la suficiencia económica de estas estructuras así como el que se haga con transparencia y claridad. El Estado debe preservar ese pluralismo político que se consagra en nuestra Constitución y que es común denominador de cualquier democracia. No soy un experto en la materia y releyendo sistemas de financiación en otros países concluyo que aún hay margen para hacer más eficaz la financiación política y la lucha contra la corrupción. No creo que sea perder el tiempo en conseguir que sea posible el fortalecimiento de nuestra democracia por uno de los flancos más vulnerables, y siendo así, posiblemente sea menos probable la práctica corrupta de los Partidos.

Por tanto, reinventar la democracia es en este caso tener la valentía de llegar a un tiempo nuevo con reformas contundentes que en lo que nos ocupa haga inviable la practica corrupta por el bien de la propia democracia. Quedémonos por tanto con la idea de que la profundización de la democracia, su perfeccionamiento, conlleva irremisiblemente a mayores controles, una justicia más rápida y “justa”, Partidos políticos bien dimensionados, legislación que no permita las dudas o los huecos por donde quieren campar los delincuentes. Evidentemente todo esto no es la panacea pero realmente en cuanto a financiación de Partidos políticos es imprescindible que se trabaje con mayor visión de lo que precisamos siendo conscientes de que, y esto lo dejo para el final, una reforma muy importante es la de los propios Partidos que a base de crear macroestructuras, clientelas internas y externas…se convierten en máquinas de gasto inútil y siempre insuficiente…pero como decía Moustache en Irma la Dulce: Eso es otra historia.

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