La historia
de la humanidad está llena de episodios heroicos de personas, pueblos, de
civilizaciones enteras que nunca entregaron la cuchara, si vale le expresión,
ante la persecución de un objetivo por muy quimérico que este pudiera parecer.
Como decía Clint Eastwood en “Los puentes de Madison”: “Tuve muchos sueños, ninguno se cumplió,
pero fue bueno tenerlos”. Los sueños, las aspiraciones, las expectativas,
los deseos, individuales y colectivos, han sido lo motores que han movido el
transcurrir del tiempo desde que el mundo es mundo. Como he dicho en otros
artículos: La visión, la misión y los
valores. Si quieres algo búscalo, persíguelo, y no desesperes ante la
adversidad porque como dice Santiago Álvarez
de Mon: “la adversidad atraviesa
eléctricamente tejidos, pensamientos y emociones, provocando una nueva
jerarquía de sueños y aspiraciones. Enfrentada con lucidez y determinación, se
puede alumbrar una feliz paradoja: la inicial oscuridad y espesura puede
trocarse en luz y claridad sabias. En sus involuntarios remangos se puede
arribar a la abundancia y plenitud moral”. Así es, y por eso no vale la
resignación, incluso en la derrota, apuestas y puedes perder, como cantaba Hilario Camacho “tristeza de amor, jugando a ganar, has vuelto a perder”, pero
apostar es ganar un poco porque por lo menos la pelea te devuelve la dignidad y
el poderte decir, yo lo intenté.
Así, en estos
tiempos convulsos que estamos viviendo, donde da la impresión de que todo se
derrumba a nuestro alrededor, donde vemos personas, familias, gente de toda
condición humilladas y postradas por la situación a la que esta crisis económica, social y moral las
está llevando, es posible que no se tenga solución, que la irreversibilidad de
la situación nos puede llevar a comportarnos con una actitud de indefensión
aprendida, poniendo la espalda para que quienes controlan el cotarro nos sigan
azuzando sin descanso.
Pero no
podemos permitirnos eso, no nos
conformamos con perder sin luchar, aunque nuestra lucha pueda parecer
estéril, porque mientras se lucha nos mantenemos en pie, tenemos la esperanza, aunque sea la esperanza de los estúpidos,
aunque la victoria no dependa incluso de nuestra lucha…pero no vale resignarse.
Yo no me resigno. Por eso la ciudadanía tiene que rebelarse definitivamente
para luchar por lo que quiere, la derrota no es un deshonor solo la
consecuencia de la pelea. Si no nos hacemos oír, si no trabajamos para
conseguir el objetivo, la quimera desaparece y la realidad nos golpeara en la
cara de manera inmisericorde. Hartos del paro, hartos de la pobreza, hartos de los engaños, hartos de las injusticias...Otro mundo es posible, y hay que comenzar por
decir YO NO ME RESIGNO.
4 comentarios:
Muy bueno Juan, muy bueno. Nos vemos
Yo lo voy a seguir intentando.....
Yo tampoco me resigno ni me rindo...
Pues adelante, que nada nos impida intentar ser lo que queremos ser
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