GEOGRAFÍAS HUMANAS

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jueves, 1 de diciembre de 2011

La banalización de la política

Estamos en pleno siglo XXI, la democracia sigue siendo el sistema "menos malo", la aspiración de libertad e igualdad son objetivos irrenunciables para la inmensa mayoría de los ciudadanos, sin embargo, ¿no parece que realmente todo se acaba? ¿no parece que esta crisis, que evidentemente no solo es económica, se puede llevar por delante nuestro "modus vivendi"? ¿no da la impresión a la vez que pasan los acontecimientos de una gran repercusión cada vez el ámbito de control, de capacidad de pilotaje de la propia sociedad, no es suficiente para que ese control, ese pilotaje, se consiga de una manera efectiva?

La impresión de estos últimos años es negativa, la política se está volviendo irrelevante para el transcurrir de la vida de los ciudadanos y de los aconteceres; como dice un amigo mio italiano de su propio país: "en Italia todo el mundo lleva un político dentro pero un hippy por fuera. La vida funciona al margen de la política y la política al margen de las cosas". Esta es una impresión que se va confirmando en estos últimos meses donde asistimos, yo desde luego sin dejar de escandalizarme, como unos intangibles quitan y ponen Primeros Ministros y nombran gobiernos, como las medidas que se ponen en marcha en los países en materia económica, es decir, en todo, son imposiciones que se aceptan como si un poder especial no confirmado te obligara a punta de pistola.

Esta situación de todas formas no es nueva, la banalización de la política, la escasa fuerza de arrastre y atracción de las fuerzas políticas por antonomasia como son los Partidos Políticos se viene dando y hablando de ella desde hace algunas décadas. Ya en 1966 Kirchheimer advierte que los Partidos Políticos tenían serias dificultades para movilizar apoyos con sus consignas o métodos tradicionales, estableció estas dificultades en: menor influencia del afiliado, creciente independencia de la conducción del partido del sistema interno de controles recíprocos y una clara menor carga ideológica.

Parece evidente que esta situación se ha ido agudizando con el tiempo y hoy por hoy las organizaciones políticas se vienen construyendo desde fórmulas casi aristocráticas, a veces utilizando eufemismos tales como lo del mérito y capacidad, y que vienen transformando a los Partidos en algo insustancial donde sus afiliados solo tiene el feed back de la pertenencia, simples aficionados a la política que hacen otros, como si fueran parte de un equipo de fútbol donde esta escrito desde el inicio de temporada cual va a ser la alineación de cada match.

La política no puede convertirse en un espectáculo, mejor dicho "no solo en un espectáculo", ni los políticos en sujetos de los que da la impresión de que su único objetivo es dar la impresión de que son importantes mientras dan la impresión de que no son relevantes para nuestras vidas. Eso ya no impresiona. La política es demasiado importante como para que la confiemos solo en los políticos. Hagamos todos política sino corremos el riesgo de que se siga haciendo por esos intangibles con objetivos poco recomendables.







1 comentario:

Miguel Ángel dijo...

Muy buno Juan