GEOGRAFÍAS HUMANAS

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martes, 2 de marzo de 2010

DEMOCRACIA, EFEBOCRACIA, SOCIALISMO

La semana pasada intenté, no sé con que éxito, hacer una reflexión en voz alta (mejor dicho en blog alto) sobre la participación democrática en los partidos políticos en general, y la transversalidad democrática en el socialismo español en particular. Mi conclusión es clara: cuanto más nos parecemos a la sociedad, evidentemente la sociedad confía más en los socialistas. Por eso entiendo que un partido político de profundas convicciones democráticas, de historial extenso e intenso en la defensa de las libertades, no puede más que día a día, profundizar en su democracia interna, desarrollar más su condición utilitarista para sus afiliados, es decir conseguir que esas personas que en un momento determinado deciden pertenecer a un partido, en este caso el Partido Socialista, sientan a éste como, también, un fin en si mismo. Un partido como el Socialista tiene que aspirar a ser instrumento para el afiliado, a la vez que el afiliado tiene que ser útil para el Partido.

En Andalucía (en España también, pero especialmente en Andalucía), el PSOE ha ido consiguiendo elección tras elección el apoyo mayoritario de los ciudadanos y ciudadanas. Hemos ido creciendo como partido (soy afiliado desde 1.979), y hemos sabido ir incorporando, sumando, todo aquello que nos ha hecho más fuerte, sobretodo uno de nuestros valores más auténticos: la credibilidad. Nuestros compromisos son pactos con la ciudadanía que defendemos y cumplimos...y eso es democracia.

En estas fechas de tribulaciones económicas, de cambios sociales derivados de la crisis, tiempos de innovación tecnológica, de (no podemos olvidar) congresos en Andalucía del PSOE, recuerdo de mi etapa de dirigente juvenil mi perenne, machacona idea de la necesidad de la incorporación de las generaciones jovenes a las estructuras tanto del partido como las institucionales (nuestra exigencia pasaba por fortalecer a las Juventudes como "pepito grillo" del partido, y el poder entrar en listas electorales para tener concejales de juventud en los Ayuntamientos. Hablar en los ochenta e incluso en parte de los noventa de rejuvenecer el partido era un tanto absurdo cuando su dirigentes tenían en esos ochenta medias de edad de entre 38 y 45 años. Jóvenes.

Esto, que ha sido para nuestro país un valor añadido por la pujanza y la frescura de los discursos frente a lo casposo y antiguo de la derecha, ha tenido en algunos casos daños colaterales no deseados o por lo menos no deseables. Nuestro sistema engulle rápidamente a sus líderes, rápidamente hay que renovarlos, siempre tenemos una generación en términos de edad muy inferior que tiene la varita mágica de la conexión con los nuevos votantes y el dinamismo suficiente como para desarbolar a los veteranos. Pues bien ni la juventud es sinónimo de inteligencia, ni la veteranía de experiencia. Ni poner al frente de los partidos e instituciones a gente muy joven asegura el futuro (ya digo que los engullimos rápido), ni eternizar discursos y modos nos da toda la seguridad. Insisto, el PSOE es un partido transversal en la sociedad andaluza, y por tanto es un espacio donde necesariamente han de convivir distintas generaciones de edad y lo más importante, distintas generaciones políticas.

La incorporación de jóvenes y mujeres es un hecho en el partido, por tanto no es cuestión ni de edad ni de género, la clave para mi es otra: El poder se ejerce generacionalmente (generaciones políticas me refiero), y solo la permeabilidad en este ejercicio del poder permite que no se afronten esos cambios generacionales como traumas o crisis internas. Esas incorporaciones se van produciendo naturalmente, y progresivamente van formándose nuevas generaciones políticas.

Ahora bien, no podemos construir un nuevo discurso que ilusione y esperanze, primero a los propios afiliados y después a la sociedad, si no somos capaces de incorporar, sumar, en todos los espacios disponibles a la gran diversidad de nuestro partido. No deberíamos ignorar a generaciones enteras que representan o mimetizan a la sociedad andaluza. Ignorar a estas generaciones y creernos que nos hacemos un favor, sería un error.

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